Por fin veo la luz, ¡aleluya, aleluya! (léase al ritmo marcado
por el Sr. Heandel[1])
¡los pimientos comienzan a salir! Ya tengo pequeños brotes que pugnan por
crecer, con permiso de los Sres. Pulgones, que aunque debilitados en número ahí
siguen. Pero vayamos a lo importantes, los brotes de pimientos de padrón que
aparecen son como pequeños botoncitos verdes, duros al tacto y abundantes pero
que ya dejan soñar con su recolección. La pena es que en las fotos no se
aprecian bien todavía, así que deberéis esperar y confiar en mi palabra para
poder ver los avances.
El que parece estar pletórico es mi primer tomate Beefsteak,
que ya va adquiriendo un precioso color rojizo mientras sigue
engordando. Hasta ahora mantenía un color verde que me hacía pensar en una
confusión en las etiquetas cuando lo compré en el invernadero porque más
parecía de tipo raf. La impaciencia me corroe pero debo esperar a que engorde
un poquito más porque esta variedad se caracteriza por su gran peso y tamaño.
Elucubro sobre su sabor y su olor mientras rozo las tomateras para apreciar ese
sutil aroma a tomate y me paseo por mis dominios cual terrateniente.
Según he podido leer en Investigación
y Ciencia[2]
unos investigadores observaron [y publicaron sus resultados en Current Biology (junio, 2012)], y
analizaron una variada muestra de tomates de cultivo tradicional y otros
comprados en grandes superficies. Detectaron que el sabor depende tanto del
equilibrio de azúcares como de un montón de compuestos aromáticos como el C6 o
el geranial. Según ellos la mayoría de los tomates que consumimos son tratados
o modificados genéticamente para contener el mayor número de compuestos volátiles
y producir mayor cantidad por mata. Esto se traduce en que la producción es
abundante y con unos tomates “que huelen a tomate” pero “no saben a tomate”: la
conclusión es fácil, cuanto mayor sea el número de tomates por mata menos
azúcar puede dedicar a cada tomate la planta. Bueno, después de leer esto creo que
está claro que tras mi escasa producción mi cosecha estará en su punto justo de
azúcares y resultará sabrosa.
También parece que hay más flores en las tomateras, y confíe les
guste mi forma de polinizar (para lo que ha quedado una, hay que ver, de
terrateniente y hortelana en humilde polinizadora) ya que no parece que las visiten muchas
abejas (y yo defendiéndolas siempre en pro de evitar su extinción, hay que ver lo desagadecidas
que son). Mientras, continuaré con mi programa de abono y riegos que aunque
lento parece ser el adecuado.
Pero hablando de producción y flores nada como los resultados
del calabacín, que sigue produciendo flores sin cesar para alegría del Sr.J. Esta
misma mañana recogí temprano otras 4 para que las rellenase con queso y nos las
comimos a mediodía.
Alegrías que da la huerta, y ahora esta hortelana se va cantando, con
permiso del Sr. Bach[3]: Aleluya, aleluya,
aleluya…
[1] El Mesías, HWV 56, de Heandel,
oratorio compuesto en 1741 que incluye una de las piezas más conocidas y usadas
como es el Hallelujah interpretado por el coro.
[2]
Ferris Jabr
(2012): Por qué algunos tomates saben
mejor, Investigación y Ciencia,
octubre 2012, número 433
[3] Bach también tiene
Aleluyas radiantes y alegres como el que aparece en la Cantata BWV 143; lo de
hoy es solo una pequeña infidelidad que él sabrá comprender.
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