miércoles, 17 de agosto de 2016

Aleluya


Por fin veo la luz, ¡aleluya, aleluya! (léase al ritmo marcado por el Sr. Heandel[1]) ¡los pimientos comienzan a salir! Ya tengo pequeños brotes que pugnan por crecer, con permiso de los Sres. Pulgones, que aunque debilitados en número ahí siguen. Pero vayamos a lo importantes, los brotes de pimientos de padrón que aparecen son como pequeños botoncitos verdes, duros al tacto y abundantes pero que ya dejan soñar con su recolección. La pena es que en las fotos no se aprecian bien todavía, así que deberéis esperar y confiar en mi palabra para poder ver los avances.


El que parece estar pletórico es mi primer tomate Beefsteak,

que ya va adquiriendo un precioso color rojizo mientras sigue engordando. Hasta ahora mantenía un color verde que me hacía pensar en una confusión en las etiquetas cuando lo compré en el invernadero porque más parecía de tipo raf. La impaciencia me corroe pero debo esperar a que engorde un poquito más porque esta variedad se caracteriza por su gran peso y tamaño. Elucubro sobre su sabor y su olor mientras rozo las tomateras para apreciar ese sutil aroma a tomate y me paseo por mis dominios cual terrateniente.

Según he podido leer en Investigación y Ciencia[2] unos investigadores observaron [y publicaron sus resultados en Current Biology (junio, 2012)], y analizaron una variada muestra de tomates de cultivo tradicional y otros comprados en grandes superficies. Detectaron que el sabor depende tanto del equilibrio de azúcares como de un montón de compuestos aromáticos como el C6 o el geranial. Según ellos la mayoría de los tomates que consumimos son tratados o modificados genéticamente para contener el mayor número de compuestos volátiles y producir mayor cantidad por mata. Esto se traduce en que la producción es abundante y con unos tomates “que huelen a tomate” pero “no saben a tomate”: la conclusión es fácil, cuanto mayor sea el número de tomates por mata menos azúcar puede dedicar a cada tomate la planta. Bueno, después de leer esto creo que está claro que tras mi escasa producción mi cosecha estará en su punto justo de azúcares y resultará sabrosa.

También parece que hay más flores en las tomateras, y confíe les guste mi forma de polinizar (para lo que ha quedado una, hay que ver, de terrateniente y hortelana en humilde polinizadora) ya que no parece que las visiten muchas abejas (y yo defendiéndolas siempre en pro de evitar su extinción, hay que ver lo desagadecidas que son). Mientras, continuaré con mi programa de abono y riegos que aunque lento parece ser el adecuado.


Pero hablando de producción y flores nada como los resultados del calabacín, que sigue produciendo flores sin cesar para alegría del Sr.J. Esta misma mañana recogí temprano otras 4 para que las rellenase con queso y nos las comimos a mediodía.
 

Alegrías que da la huerta, y ahora esta hortelana se va cantando, con permiso del Sr. Bach[3]: Aleluya, aleluya, aleluya…



[1]  El Mesías, HWV 56, de Heandel, oratorio compuesto en 1741 que incluye una de las piezas más conocidas y usadas como es el Hallelujah interpretado por el coro.
[2] Ferris Jabr (2012):  Por qué algunos tomates saben mejor, Investigación y Ciencia, octubre 2012, número 433
[3] Bach también tiene Aleluyas radiantes y alegres como el que aparece en la Cantata BWV 143; lo de hoy es solo una pequeña infidelidad que él sabrá comprender.

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