miércoles, 30 de noviembre de 2016

de pimientos y sindicatos


Pues sí, ya estamos ante los últimos y resistentes pimientos de la temporada. Ante ellos me siento como si yo hubiera tomado la galletita de Alicia[1]: yo soy muy, muy grande, y ellos muy, pero que muy pequeños (quizás ellos tomaron el bebedizo de encoger, ¡nunca se sabe de lo que son capaces unos pimientos de padrón!). Mi idea era agotar su producción al máximo y tenía la esperanza de que siguieran creciendo pero estos últimos fríos no les han venido nada bien. En pleno noviembre se han agostado como Garciñuno[2]. El próximo fin de semana procederé a arrancarlos.

Pero la vida sigue, y ahora ya me están presionando las espinacas y ruibarbos desde los semilleros para que proceda a su plantación, pero antes he de arrancar los pimientos, voltear la tierra y añadir humus de lombriz. Me planteo también si cambiar las mesas de huerto a otra posición para que reciban más sol de invierno. Claro que eso complica un poco el asunto porque para ello tendría que retirar la instalación de riego automático y la verdad, a mi me da un poco de pereza, pero al pobre Sr.J cuando se lo cuente le dará escalofríos sólo de pensar en el acarreo de las mesas de un lugar a otro y en el trasiego de tierra, pero claro esa es la labor de un ayudante de huerto. ¡Sólo espero que su sindicato (Confederación general de ayudantes de huertos urbanos unifamiliares, CGAHUU) no proteste y se me presente justo entonces con una huelga de brazos caídos!



[1] Por supuesto me refiero a la Alicia de Alicia en el País de las Maravillas (1865) de Lewis Carroll (ya lo he hecho otra vez pero insisto de nuevo en recomendaros encarecidamente su lectura, si tenéis la suerte de leerlo por primera vez, o relectura, si ya lo habéis hecho alguna vez; admite miles de relecturas así que tranquilos, disfrutad una vez más, reíros con su ironía, pensad en su ingenio e intentad resolver sus enigmas). Además ahora está de “cientocincuentayun” cumpleaños ya que se publicó por primera vez en noviembre de 1865, y seguro que el conejo querría hacer una fiesta.
[2] Garciñuno, personaje de Amanece que no es poco que crecía en una huerta desde no se sabía cuándo porque se había agostado, gran conocedor de los clásicos y que penaba porque “hoy tengo cuerpo de Góngora” y pedía que se los leyeran.
Amanece que no es poco, película dirigida por José Luis Cuerda y estrenada en 1989, con un fantástico plantel de actores y un humor surrealista que siempre te hace reir y llena de diálogos para recordar.
 

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