Odio el calor, y mis plantas también. Odio las olas de calor
(con o sin denominación de origen), y mis plantas también. Odio este ambiente
tan seco, y mis plantas también. Odio este airecillo infernal que corre, y mis
plantas también. Y podía seguir y seguir, pero a mí y a mis plantas no nos
gusta quejarnos.
Sin embargo, todas estamos exhaustas, lánguidas y sin ganas. Los
pobres calabacines, llenos de flores, penden sin fuerzas e incluso algunas
flores se han caído con el vendaval, cálido e infernal, de esta mañana. A pesar
de ello ya tenemos algún calabacín en el punto preciso para ser comido como
flor de calabacín. Lástima que solo hay uno[1].
Flor caída por el viento |
Los tomates siguen lentamente creciendo, pero como sin ganas
(mañana abonaré, les toca dosis de vitaminas para recuperar fuerzas) y algunas
de las flores se han marchitado.
Por lo demás creo que todas, humanas y plantas, añoramos los verdes prados del norte con esas
temperaturas suaves, esa dulce llovizna, ese frescor verde…no nos parecemos a
las ovejas de Glennkill[3] cuya ilusión era venir al continente. Nosotras
nos consolamos con algún desplazamiento a latitudes más frescas, aunque Irlanda
no nos parece mal.
En fin, con cuidadosos y medidos riegos creo que saldremos adelante.
[1] La flor del calabacín es empleada en muchas recetas de
cocina en Italia (conocida con zuccini),
México, o Japón (en tempura casi siempre). El incoveniente de su consumo es que
si cortas la flor impides el crecimiento del calabacín, así que, ¡ hay que
escoger o flores o calabacines!. El Sr. J de momento no puede lucirse con alguna receta para flores.
[2] Estos bichos son imbatibles, tan sólo he conseguido
reducir su población. Creo que en caso de cataclismo nuclear no serían las
cucarachas las que sobreviviesen, y aún en el caso de que lo hiciesen, estoy
segura que los pulgones las devorarían, y luego se convertirían en pulgones
gigantes radiactivos, y luego… (perdonad creo que el calor me afecta,… no sé si
ya lo había dicho)
[3] Las ovejas de Glennkill
de Leonie Swann (2007) Ediciones
Salamandra. Un libro, ligero, irónico e ingenioso, para los rigores del calor
que se puede leer a la hora de la siesta con un ojo en el Tour. De trama
surrealista narra las peripecias de unas ovejas a las que su pastor lee libros
y sueñan con venir al continente europeo desde su Irlanda natal en busca de
hierba fresca.
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