10 de abril
Sí,
primeros resultados, aunque suene a mentira y gorda, el domingo ejerciendo de
hortelana repaso minuciosamente mis plantones, y oh, sorpresa! veo tres tomates
cherry, pequeñitos, redonditos, de un color verde oliva clarito que me saludan
alegremente. Pienso que he mirado mal, que me lo imagino, voy por mis gafas
(tiranías de la edad), me las coloco y…sí, premio hay tres tomatitos.
Yo
pensaba que esto de la huerta era una cosa relajada de mucho mirar y esperar,
de largos atardeceres contemplando las plantas mientras las riegas y te riegas
tu misma, por dentro y por fuera, pero claro, a este ritmo ya veo que no me
puedo relajar; no, si al final tendré que abandonar por estrés.
12 de abril
¡Otro
tomatito más! Esto es imparable si esto sigue así tendré que solicitar permiso
en mi ayuntamiento para vender mi producción, o comprar otro congelador, o una
envasadora, o crear una cooperativa, o…
Y
mientras tanto los pimientos no dejan de crecer por lo que me he visto obligada
a comprar otra mesa, que tengo que montar. Esto supone una nueva excursión a
Verdecora, esta vez al de Torrelodones. Una vez allí comprobamos que tan sólo
les queda una mesa igual a las que ya tenemos (todo el mundo debe estar
comprando mesas para huerto urbano y la producción mundial se ha debido
resentir). Un amable vendedor nos busca en su base de datos y corrobora que no
queda ninguna otra. El ejemplar existente no se encuentra en buen estado,
aunque el dependiente opina que sí, le faltan dos tornillos (a la mesa, no al
dependiente) y alguna tablilla está suelta. A pesar de ello el dependiente nos indica
que no se encuentra rebajada por lo que decidimos no comprarla. Esto supone
buscar otro modelo y nos decantamos por otra algo más pequeña pero de estilo
semejante.
De
vuelta a casa, aún pienso que necesitaré más espacio por lo que el Sr. J,
acuciado por mis dudas, decide que con unos bastidores de unas cribas (que encargó en 1998 para una excavación
arqueológica y que llevan más de quince años en nuestro trastero acumulando polvo)
me montará otra mesa para ampliar el espacio, descongestionar la plantación, y
calmar mi ansiedad, si bien para ello tengo que esperar al fin de semana y no
sé si mis plantones, y yo misma, tendremos paciencia.
Sin
embargo, no todo son alegrías hoy constato la primera pérdida, un plantón de
lechuga de hoja de roble. ¿Qué habré hecho mal? ¿no estaría bien plantada?
¿quizás la regué demasiado o quizás poco? ¿ la cercanía de los otros plantones
es excesiva? ¿O puede que fuera el plantón débil? Desde el fin de semana hace
frío y llueve, ¿no lo habrá resistido?. Supuse que a estas alturas del año no
tendría que cubrirlas por la noche, pero
claro, a lo mejor si hubiera sido necesario, no sé, no sé. Esperaré para ver
qué pasa con las demás lechugas.
Por
su parte a las espinacas se las ve
felices y tiene mejor pinta que recién plantadas, y los calabacines se lanzan a
la carrera, esto va que chuta, pero todavía he de trasplantar…
Impresionante!!!! resultados en 10 días!!! :) ¡Enhorabuena atribulada hortelana!
ResponderEliminarEspero fotos del primer emplatado del Sr. J. que a este ritmo poco le falta.