lunes, 8 de junio de 2020

replantando


Y un tiempo después (ya no sé cómo contar el tiempo, ¿qué es el tiempo? unos días son eternos y de repente ha pasado un mes)  logré poder ir al invernadero, pero me encontré con la desagradable sorpresa, que nos comentó el dueño del mismo, de que no había apenas plantones de nada. Por lo visto lo existente había crecido demasiado durante el confinamiento y ahora estaban iniciado nuevas plantaciones. A esto había que unir los miles de millones de personas que estábamos en modo búsqueda para poder plantar.


A pesar de todo, y con la ayuda de mi Ayudante de Huerta, logré hacerme con:

-       -  2 cebollinos, aunque algo espigados y uno incluso con flor

-       -  2 matitas de coriandro en buen estado

-        - 1 matita de perejil

-        - 2 plantas de romero

-        - 2 plantas, muy pequeñas, de lavanda

-        - 1 planta de acedera

-        - 1 sobre de semillas de rabanito

-       -  1 sobre de semilla de albahaca gigante.


Y con esto nos tendremos que apañar.  No conseguí calabacín así que este verano no comeremos flores. 

Del año pasado perduran una estupenda planta de lavanda ya florecida, la hierbabuena que está renaciendo, el laurel, que pegó un estirón en primavera, la lima, hermosísima, y el pequeño kumquat, que también creció y nos sorprendió con más de 14 pequeños frutos, algunos ya nos los hemos comido y estaban buenísimos.




De lo que no hay duda es que este año no nos hemos matado a trabajar; no hemos podido comprar tierra nueva con lo que no hemos tenido que acarrear sacos de 50 kg de un lado para otro. Tan sólo tuvimos que remover la tierra de las mesas y colocar los escasos plantones y para ello no nos hizo falta ninguna canción de trabajo[1]. La plantación se ha reducido y con ella la cosecha…pero esto no es nada para lo que continúa pasando en la Amazonía donde la aparición de la pandemia acelera la deforestación puesto que el foco se centra en ella y no en los desmanes que se siguen cometiendo[2].



[1] Canciones de trabajo son canciones rítmicas cantadas a capella por los propios trabajadores que realizan la actividad física. Con ello se consigue un ritmo sincronizado entre los participantes, pudiéndose incrementar el ritmo. También sirven como vehículo de transmisión de su malestar por las condiciones de trabajo. Muchos ven en estas canciones el origen del blues. Aquí en España son conocidas las canciones asociadas a oficios agrícolas (canciones de arado, de recolección, …) o mineros (trilleras, mineras,etc).

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