jueves, 27 de julio de 2017

De color verde



Por contraste con tanto verde os regalo esta imagen amarilla
 
El mundo será de colores pero mi huerta permanece verde, verde como pimientos verdes; verde como tomateras verdes; verde como tomates verdes (todavía, continúan madurando); verde como las últimas acelgas de invierno que apenas crecen ya; verde como la planta de albahaca colocada entre los pimientos para protegerlos del pulgón; verde como plantas de calabacines ya que este año todavía no han salido más que dos o tres flores de calabacín[1], y apenas dotan de color a la gran masa verde. Verde que te quiero verde[2].

No es mal color el verde, tan sólo oir su nombre nos remite a un mundo vigoroso, vivo, joven y fértil. Para los romanos era el color de la diosa Venus y tenían hasta diez palabras diferentes para denominar a otras tantas variedades del verde, pero a poco que pensemos hay infinidad de variedades y verdes matizados. El verde es color de vida, de esperanza y de exuberancia, pero también nos transmite tranquilidad y relajación. El verde nos da paso en los semáforos y nos indica que nuestros dispositivos electrónicos funcionan correctamente; el verde nos permite el baño con bandera de ese color en las playas. El verde nos transporte a países húmedos y bellos, a selvas tropicales, a jardines frondosos, a naturalezas no controlables y a impecables jardines. De color verde son muchos insectos, animales (no así los famosos “perros verdes”) y hasta seres imaginados (todo el mundo sabe que los dragones eran verdes). Verdes son también las banderas de algunos países. También se usa para caracterizar una actitud de respeto al planeta Tierra y se abusa de esta denominación “verde” en todo tipo de marketing comercial.

Pero el verde también indica inexperiencia o falta de preparación y para algunos es el color de la envidia, de lo venenoso o monstruoso, o incluso el color de la muerte.

En cualquier caso el verde es un color secundario, esto es, si se desea obtener este color ha de mezclarse con azul y amarillo (que junto con el magenta componen la triada de colores primarios). Paradójicamente la ingeniería genética intenta denodadamente conseguir el color azul en ciertas flores tales como crisantemos, rosas, claveles, gerberas y tulipanes pero a lo más que se ha llegado es a conseguir ciertos tonos violetas o azulados[3].

En fin, lo verde es bello, pero ¡ay!, algunas personas no pueden ver el verde, son los que sufren una forma de daltonismo, denominada deuteranopia[4]. ¡Disfrutemos por ellas y por nosotros de este maravilloso color!



[1] El año pasado a estas alturas del verano comíamos flores de calabacín casi de continuo. Peculiaridades de mi huerta.
[2] Así se inicia el conocido poema Romance sonámbulo de Federico García Lorca (1898-1936) que se incluye en su Romancero Gitano publicado en 1928, si bien aquí el color verde se asocia con la muerte.
[4] John Dalton (1766-1844) naturalista, químico, matemático y meteorólogo británico describió el daltonismo o defecto visual relativo a la percepción de los colores. Aunque la teoría que estableció por la cual no se percibían los colores fue pronto desautorizada, el estudio que realizó con su propio problema visual fue reconocido y su nombre designa esta ceguera al color. Posteriormente, en 1995 , y gracias a que dio instrucciones para conservar sus ojos, diversos estudios de ADN permitieron saber que sufría una ceguera visual poco común que le impedía reconocer el …¡verde!. Sufría de deuteranopia.

viernes, 21 de julio de 2017

Los viernes al sol


Los viernes al sol[1], un sol tibio y agradable, que no quema a mis tomates pero que les permite ir madurando lenta, lentamente. Llevan un buen ritmo y siguen cogiendo peso y es una auténtica delicia respirar sus olores por la mañana temprano, un olor que ya adelanta lo deliciosos que estarán.

 

Mientras, los pimientos siguen floreciendo y evitando al pulgón. Todavía estoy sorprendida de lo bien que llevamos el tema pulgón. He faltado unos días y pensaba que a mi vuelta el pulgón jefe en persona (o en bicho mejor dicho) y todo su ejército (o plaga) habría aprovechado mi ausencia para ejecutar primero un rápido blitzkrieg[2] y luego una ocupación intensiva del territorio. Pero no, mis plantas son muy listas y han sabido resistir al enemigo. Estoy incluso pensando que son sibilinamente perversas y han conseguido que los pulgones se vuelvan caníbales y abandonen la ingesta verde. Esto, aunque lo parezca, no me lo he inventado yo, lo leí en el muro de facebook del Real Jardín Botánico de Madrid donde explicaban que según estudios realizados por la Universidad Wisconsin-Madison se había comprobado, mediante reciente estudios, que la planta del tomate cambiaba la dieta de las orugas, pasando de ser vegetarianas a practicar el canibalismo. Esto l planta de tomate lo conseguía segregando unas toxinas que hacían que el gusano dejase de comer hojas verdes y optase por devorar a sus compañeros, provocando así el fin de la plaga.
 

Y es que las plantas son increíbles, tanto, que ya estoy pensando sugerirle a mi huerta que tome unos cursos para conseguir emitir luz[3]. Sí, ya sé que hoy parezco una versión cutre de Julio Verne, pero también leí otra noticia en que contaban que científicos chinos habían conseguido plantas luminosas sin fuente externa de energía. Para ello habían introducido genes de microorganismos luminosos de origen marino en una variedad de la planta del tabaco, Nicotiana benthmiana. Esto sólo es el inicio, pero imaginad el ahorro en la factura de la luz… Está visto que para ahorrar hay que invertir, y yo ya estoy dispuesta a pagar a mis plantas un master en China o dónde sea, ¡que para eso soy su hortelana!




[1] Emulando a los parados de Los lunes al sol (2002), película española dirigida por F. León de Aranoa, con Luis Tosar, José Angel Egido y Javier Bardem que narra el día a día de un grupo de parados tras la reconversión industrial de Vigo. Obtuvo 5 Goyas en 2003: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Actor de Reparto y Mejor Actor Revelación, además de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián y numerosos premios más.
[2] Blitzkrieg o guerra relámpago, táctica militar de ataque rápido y sorpresivo, con bombardeo previo. Fue muy  usada durante la Segunda Guerra Mundial.






lunes, 3 de julio de 2017

Drones y tomates


La semana pasada, tan fresquita, ha venido muy bien para refrescar a mis pobres plantas y coger un poco de aire. Así los pimientos siguen creciendo, ya he tenido que atarlos, pero de momento sin flores a la vista, pero también sin casi pulgón[1].
 

Los calabacines, que comparten mesas con los tomates este año van más lentos, quizás agobiado por el exceso “tomatil”, ya veremos cómo evolucionan pero de momento ni una flor amarilla alegra el frondoso fondo verde.

Con estos días más frescos, los tomates frenaron su loco crecimiento y van más despacio, lentos pero seguros. El espacio en que los tengo confinados es escaso, por lo que se ven obligados a ser muy competitivos, y  los más lanzados ya han alcanzado el techo por lo que me he visto obligada a cercenar su crecimiento. Espero que ahora comiencen a densificar por abajo.
 

Este año parece que hemos tenido más visitas “polizinadoras” y las flores de los tomates acaban siendo tomates (ya hemos comido alguno, por cierto muy sabroso). El año pasado muchas veces se quedaban en eso, en flores de tomate. A principios de temporada estuvo pletórica una lavanda colocada cerca de ellos, y yo creo que se habituaron a venir por aquí múltiples abejorros, abejas, avispas, mariposas, …,  el resultado es que este año se veían muchos visitantes alados por la huerta por suerte para mí que pude descartar la única idea, y estrafalaria solución, que se me ocurría:   estaba barajando la posibilidad de tener que acceder a técnicas del siglo XXI y confiar la polinización a drones. Diversos centros como la de Universidad Politécnica de Varsovia[2] o el Instituto de Ciencia y Tecnología Industrial de Japón[3] ya han experimentado con pequeños drones para que cumplan con estas funciones, pero de momento todavía no son más que prototipos, así que para tranquilidad de mis vecinos no tendré de momento enjambres de drones pululando por la huerta y mis oídos podrán recrearse tranquilos en el vuelo del moscardón[4].



[1] El sábado pasado una mariquita se posó sobre el brazo de mi Ayudante de Huerto, el cual encantado me la trajo a la huerta y la pusimos sobre una de las plantas de pimiento con un poquito de pulgón. Al principio, muy asustada, no hacía nada pero rápidamente empezó a recorrer las hojas de forma sistemática. A la mañana siguiente ya no estaba pero tampoco el pulgón. En fin, tendré que acostúmbrame a ser un B&B, sólo espero que se corra la voz de mi excelente trato.
 
[2]<< http://agriculturers.com/un-robot-para-polinizar-flores/>>
[4] El vuelo del moscardón, o del abejorro (con un frenético ritmo que requiere de manos habilidosas), es un interludio orquestal de N. Rimsky-Korsakov (1884-1908) para la ópera El Cuento del Zar (1889-90) basada en un poema del ruso A. Pushkin (1799-1837) considerado fundador de la literatura rusa moderna y que influyó en escritores y compositores.