Al alba y con viento favorable[1]
(bueno en realidad por la tarde y sin nada de viento), mi Ayudante de Huerta y
yo nos dispusimos a realizar nuestro particular safari. Mientras sonaba la música de Hatari[2],
nos vestimos adecuadamente para tal ocasión (es decir, vestimenta aceptada por
los protocolos dispuestos para ello desde tiempos inmemoriales): sombrero,
salacot o modelo de safari son los más adecuados, ropa de color arena (queda
más chic que la paramilitar), calzado adecuado, armas de fuego no, (somos
pacifistas y estamos en contra de su uso), y cajitas de cartón, nos faltaba la
red cazamariposas. Casi nos creíamos los protagonistas de Hatari y salimos en busca de nuestras presas, que no eran otras que
¡las mariquitas!.
El año pasado ya había puesto una oferta de trabajo con
alojamiento en el Mariquitas’ News[3], pero lamentablemente
nadie había respondido, así que este año, había hecho varias prospecciones
visuales en campos cercanos y había encontrado un filón de mariquitas (el año
pasado no conseguí localizar ni una y eso que salía preparada con una cajita
por si acaso). Me felicitaba a mi misma por ser una hortelana tan previsora, antes
de tener pulgón ya planificaba su erradicación[4].
Preparaba la solución a problemas no planteados todavía, creía poder controlar
al pulgón, ¡ay ilusa de mi!.
En fin, volvimos cantando a la huerta, los dioses habían sido
propicios, conseguimos cuatro bonitos ejemplares y los trasladamos a la huerta,
a su casa especial (una bonita cesta de mimbre con piñas y palos, colgada al
lado de los tomates y los pimientos). Satisfecha de nuestro día les prometí
pulgones en abundancia, les di las buenas noches y me fui tan feliz a la cama
pensando que tenía resuelto el problema… A la mañana siguiente, sigilosa como
una felina, me dirijo a la huerta y, ¡sorpresa!, no encuentro ni uno de los
cuatro ejemplares, ni en su casita, ni en ninguna de mis plantas. Reviso todo
una y otra vez, levanto hasta la última hoja de las acelgas,… nada no queda ni
una. Solo me queda emular a Raquel Andueza[5]
y cantar: Cuán ingratas sois mariquitas, os ofrezco todo y me abandonáis.
[1] Como dijo el exministro F. Trillo antes de “tomar la
isla de Perejil en una dura batalla”.
[2] Hatari, película
estadounidense de 1962, dirigida por Howard Hawks con John Wayne de
protagonista que muestra de forma estereotipada unos cazadores en África
buscando ejemplares para los zoos. Un África colonial dominada por los blancos.
La excelente y pegadiza música es de Henry Mancini, célebre compositor de música y autor de varias bandas sonoras
inolvidables, como esta del elefantito
[3] Recordar el
anuncio en este blog, en la entrada de 13 de junio de 2016: La parte de los
ángeles
[4] En el Real Jardín Botánico utilizan larvas de escarabajo
Cryptolaemus (de la familia de la
Coccinellidae, de nombre común
mariquita) para actuar sobre la plaga de cochinillas dentro de su
programa de lucha biológica contra las plagas. Podeis seguirlo en su página de
facebook.
[5] Os recomiendo toda la bibliografía de esta estupenda
soprano.
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