miércoles, 14 de septiembre de 2016

un huerto particular


“El patio de mis casa es particular, cuando llueve se moja como los demás. Agáchate y vuélvete a agachar que las agachaditas no saben bailar…”[1], seguro que recordáis esta canción de la infancia, pues bien se puede aplicar a mi huerto que es muy, pero que muy particular.

Ahora, a mediados de septiembre[2], cuando todo el mundo hortelano recoge los últimos frutos y comienza a trabajar la tierra para los nuevos plantones, mi huerto sigue en plena producción de tomates[3] y lo que es peor aún, está iniciando la temporada de pimientos. Ahora es cuando empiezan a salir los primeros…y con este cambio de tiempo, no sé qué pasará, pues se dice que el pimiento necesita calor.















Mientras el jardín aromático va decayendo aunque la melisa, la albahaca y la acedera siguen esplendorosas y parece que tiene cuerda para rato, no así la hierbabuena que está dando sus últimos coletazos.

 
Así que aquí me tenéis, sin poder planificar la temporada de otoño-invierno, irando catálogos de plantas, pensando qué plantones pondré y cuántos. Pero así es la naturaleza y todo jardinera u hortelana sabe que la única manera de controlar la naturaleza es obedeciéndola y adaptándose a ella. Se trata de observar y aprender, y no cometer los mismos errores otros años, de disfrutar, y a veces sufrir, de saber mirar y aprender. La huerta o los jardines están hechos para contemplarlos, pero también para desarrollar la paciencia, la perseverancia o la gratitud. Tiene una dimensión ética que a veces puede quedar oculta pero que existe. Así lo recoge S. Beruete en un libro de reciente publicación[4] en el que establece la relación entre los artífices de los jardines y/o huertos y las sociedades del momento.

E incluso enmascaran lo siniestro, así cuenta Anatxu Zabalbeascoa[5] como cultivaban rosales en Auschwitz, o como en Treblinka la calle principal estaba rodeada de macizos de flores. La belleza enmascarando el mal, el dolor y la brutalidad, la falta de humanidad.

Y ahora tras una tarde de lluvia me voy cantando:”que llueva que llueva, la vieja de la cueva…”[6]

 

 



[1] Canción infantil de tipo lúdico de letra sencilla, repetitiva y absurda que se utilizaba en los juegos de corro: todos asidos de la mano la van cantando y agachándose cuando así lo requiere la canción o estirando el corro lo más posible.
[2] Aunque sea correcto no me gusta escribir setiembre suprimiendo la p, me parece una amputación innecesaria.
[3]  Las tomateras siguen en buen estado y he de agradecer que no hemos sufrido ninguna plaga de nada, un blog que sigo, <http://elpiperrakurbano.com>, Espacio de cultivo urbano Piperrak (que  llevan todo lo relacionado con la huerta orgánica y también comercializan sus cosechas y tienen banco de semillas), cuenta que este ha sido un mal año para los tomates por los hongos que les han atacado debido a las abundantes lluvias primaverales siendo el tomate Corazón de Toro el que mejor ha resultado. Aún así han tenido que arrancar casi un 80% de las tomateras plantadas en marzo.
[4] Santiago Beruete (2016): Jardinosofía. Una historia filosófica de los jardines, ed. Turner
[5] Anatxu Zabalbeascoa (12 de septiembre de 2016): La Sra. Höss cuidaba un rosal, <http://blogs.elpais.com/del-tirador-a-la-ciudad/2016/09/la-se%C3%B1ora-h%C3%B6ss-cuidaba-un-rosal.html>
[6] Otra canción lúdica infantil

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