“El patio de mis casa es particular, cuando llueve se moja como
los demás. Agáchate y vuélvete a agachar que las agachaditas no saben bailar…”[1], seguro que recordáis esta
canción de la infancia, pues bien se puede aplicar a mi huerto que es muy, pero
que muy particular.
Ahora, a mediados de septiembre[2], cuando todo el mundo
hortelano recoge los últimos frutos y comienza a trabajar la tierra para los
nuevos plantones, mi huerto sigue en plena producción de tomates[3] y lo que es peor aún, está
iniciando la temporada de pimientos. Ahora es cuando empiezan a salir los
primeros…y con este cambio de tiempo, no sé qué pasará, pues se dice que el
pimiento necesita calor.
Mientras el jardín aromático va decayendo aunque la melisa, la
albahaca y la acedera siguen esplendorosas y parece que tiene cuerda para rato,
no así la hierbabuena que está dando sus últimos coletazos.
Así que aquí me tenéis,
sin poder planificar la temporada de otoño-invierno, irando catálogos de
plantas, pensando qué plantones pondré y cuántos. Pero así es la naturaleza y
todo jardinera u hortelana sabe que la única manera de controlar la naturaleza
es obedeciéndola y adaptándose a ella. Se trata de observar y aprender, y no
cometer los mismos errores otros años, de disfrutar, y a veces sufrir, de saber
mirar y aprender. La huerta o los jardines están hechos para contemplarlos,
pero también para desarrollar la paciencia, la perseverancia o la gratitud.
Tiene una dimensión ética que a veces puede quedar oculta pero que existe. Así
lo recoge S. Beruete en un libro de reciente publicación[4] en el que establece la
relación entre los artífices de los jardines y/o huertos y las sociedades del
momento.
E incluso enmascaran lo siniestro, así cuenta Anatxu
Zabalbeascoa[5]
como cultivaban rosales en Auschwitz, o como en Treblinka la calle principal
estaba rodeada de macizos de flores. La belleza enmascarando el mal, el dolor y
la brutalidad, la falta de humanidad.
Y ahora tras una tarde de lluvia me voy cantando:”que llueva que
llueva, la vieja de la cueva…”[6]
[1] Canción infantil de
tipo lúdico de letra sencilla, repetitiva y absurda que se utilizaba en los
juegos de corro: todos asidos de la mano la van cantando y agachándose cuando
así lo requiere la canción o estirando el corro lo más posible.
[2] Aunque sea correcto
no me gusta escribir setiembre suprimiendo la p, me parece una amputación
innecesaria.
[3] Las tomateras siguen en buen estado y he de
agradecer que no hemos sufrido ninguna plaga de nada, un blog que sigo, <http://elpiperrakurbano.com>, Espacio de cultivo urbano Piperrak
(que llevan todo lo relacionado con la
huerta orgánica y también comercializan sus cosechas y tienen banco de
semillas), cuenta que este ha sido un mal año para los tomates por los hongos
que les han atacado debido a las abundantes lluvias primaverales siendo el
tomate Corazón de Toro el que mejor ha resultado. Aún así han tenido que
arrancar casi un 80% de las tomateras plantadas en marzo.
[4] Santiago Beruete
(2016): Jardinosofía. Una historia
filosófica de los jardines, ed. Turner
[5] Anatxu Zabalbeascoa
(12 de septiembre de 2016): La Sra. Höss cuidaba un rosal, <http://blogs.elpais.com/del-tirador-a-la-ciudad/2016/09/la-se%C3%B1ora-h%C3%B6ss-cuidaba-un-rosal.html>
[6] Otra canción lúdica infantil
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