Tras un resultado poco halagüeño decido dar por clausurado este
año la temporada de tomates. Las causas de este descalabro son variadas. Supongo
que planté muy tarde y además ayuda el que mi huerto recibe sol directo desde
el amanecer hasta mediodía, porque a pesar de estar orientado al sureste la
zona de techado le proporciona sol y sombra. También es verdad, que esto no es
excusa puesto que otros años había tenido buena cosecha, aunque tardía, incluso
los últimos tomates, eso sí verdes, los recogí en noviembre.
Pienso que tampoco puede deberse al exceso de riego, pues tengo
mucho cuidado con ello, ni a que el suelo estuviese pobre pues, como todos los
años procedí a removerlo y mezclarlo con tierra abonada, así que la única
explicación que encuentro es que planté demasiado tarde y no han tenido tiempo
de crecer y florecer a su ritmo, aunque claro, eso tampoco vale porque la plantas han crecido mucho, con tallos
fuertes y hermosos, pero con escasez de flores. Flores que en muchos casos no
han llegado a tomate. Y encima este año
no hemos sufrido ninguna plaga y no he tenido que contratar al ejército de
mariquitas habitual (me he ahorrado poner el anuncio en el Mariquitas’New y dar alojamiento y
comida). No hemos tenido ni pulgón, ni araña roja, ni nada y eso sí, abundancia
de abejorros, lo cual es una maravilla ya que como dice Emily Dickinson[1]:
Para hacer una pradera es necesario un trébol y una abeja,
un trébol y una abeja.
Y un ensueño.
Bastará solo con el ensueño,
Si abejas hay pocas.
En fin, que ni idea de cuál ha sido la razón de esta exigua
cosecha tomatera. Esta pobre (e inexperta) hortelana no encuentra razón para su
fracaso.
En cuanto a los pimientos, pues la misma canción, plantas
fuertes, una primera y copiosa recolección y luego algún pimiento despistado.
No como el año pasado que fue estupendo para los pimientos.
La lima, ay la lima, ha crecido fuerte y frondosa, con hojas de
color verde intenso grandes y compactas, pero NI UNA FLOR, ni una. Esto no sé
si achacarlo a la poda que realicé en febrero, quizás no debí hacerla pero
estaba creciendo de forma desmandada y necesitaba corregir su porte. Además,
pregunte a un jardinero y me dijo que podía hacerla…
Las aromáticas, en cambio, este verano se han comportado de
manera admirable. Todas han crecido y soportado la recolección continua,
renovándose una y otra vez y sin dar ningún problema. Ha sido pues un magnífico
verano para el cebollino, albahaca, perejil, cilantro, acedera, y menta.
Otro que ha tenido buen comportamiento ha sido el kumquat, pronto nos dio fruto y además en agosto floreció de nuevo (qué bien olía) y ahora mismo ya tiene mas de una docena de frutos nuevos, verdes y pequeñitos.
Por todo ello y, porque además me da a mi la gana, declaro que
el premio especial 2020 de mi huerta es para:
¡las aromáticas!
Desde aquí se lo comunico tanto a las interesadas, es decir a las aromáticas, como a Mi
Ayudante de Huerta, a la vez que los convocó para la entrega oficial del
diploma. Será una sencilla, pero emotiva ceremonia, recordar que estamos en era Covid (e.C.) y no se puede reunir mucha gente por aquello de mantener las medidas de
seguridad. No se requiere ropa de etiqueta pero si es obligatorio traer alguna
cerveza para brindar, ah, y la música la pongo yo.
Felicidades a las ganadoras, eso sí ex aequo[2].
[1] Emliy Dickinson
(1830-1886) maravillosa poeta estadounidense, que recolectó un herbario con más
de 400 especies, perfectamente clasificadas, guardadas y dibujadas. Flores a
las que dedica multitud de poemas. Yo os recomiendo la lectura de su libro Herbario & Antología
poética, publicado en 2020 por la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, que
recoge sus versos en inglés y castellano y los acompaña con bellas
ilustraciones de la misma Emily. Una delicia.
[2]Ex aequo, expresión latina que
significa “por igual". Se utiliza en clasificaciones en que uno o más
participantes han conseguido el mismo premio.
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