lunes, 23 de enero de 2017

Fríos de enero


Está visto que al igual que las bicicletas son para el verano[1], las huertas no son para el invierno. Mis plantas siguen aletargadas como si se hubieran pinchado con la rueca del hada malvada[2] y parece que van a descansar durante mil años. De momento la tierra las cobija pero la semana pasada, ante la ola de frío siberiano (denominación de origen de la última ola fría que nos asoló) su cuidadora, es decir yo, me he planteado entrar en acción y modificar los rigores que sufren. Así que voy a experimentar con botellas de plástico de agua, envases de plásticos varios y frascos de cristal de conservas para lo ya plantado en las mesas de huerta, mientras que con las semillas seguiré usando las socorridas hueveras de plástico.



Sólo me fastidia de esta idea el hecho estético (ya se sabe lo tiquismiquis[3] que somos los que padecemos el síndrome del esteta), la verdad es que si todos los frascos fueran iguales, la “cosa” quedaría más estética, pero bueno, de momento esto es sólo un experimento y si va bien, ya conseguiré hacerme con una colección de tarros iguales (en esto cuento con la inestimable ayuda, una vez más, de mi ayudante de huerto, al que si le planteó esto hará un “gran sacrificio” y estoy segura que me conseguirá una colección completa de tarros, eso sí, siempre que sean de algún producto alimenticio que le guste). Y que conste que todo esto lo haré mientras espero conseguir un hermoso invernadero, que ya puestos a ello me gustaría que fuese similar, en forma y tamaño (no hay que ser cutre a la hora de soñar y desear) a los invernaderos victorianos como los que hay en el Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido)[4].



[1] Las bicicletas son para el verano (1977, Premio Lope de Vega ese mismo año), obra teatral de Fernando Fernán Gómez (1921-2007), escritor, actor y director, donde recoge sus recuerdos infantiles de la Guerra Civil. Posteriormente J. Chávarri la llevo con éxito al cine en 1984, y ha sido representada varias veces en el teatro, e incluso en una versión radiofónica emitida por la SER en julio de 2011.
[2] En La Bella Durmiente del Bosque, la princesa cae en un encantamiento al pincharse con la rueca tras una maldición del hada malvada que no había sido invitada al bautizo; ya se sabe que los dioses y las hadas son muy rencorosos y tienen mal perder. El cuento es de procedencia oral y se conocen versiones desde 1634; sin embargo, las versiones más conocidas son las de C. Perrault y la de los Hermanos Grimm, los grandes creadores de cuentos. Su popularización llegó de la mano de W. Disney en 1959.
[3] Aunque parezca que me he inventado la palabreja no es así, según parece viene de una deformación del latín medieval y se sabe que fue usada por Cervantes en 1615, según San Google en un capítulo del Quijote dedicado en e que narra el episodio de Grisóstomo y Marcela. Sin embargo, en las ediciones que he consultado no lo he encontrado, la palabreja digo.
[4] Kew Gardens o Real Jardín Botánico de Kew consta de 120 hectáreas con enormes invernaderos. Allí se realizó la primera gran estructura de hierro fundido y cristal, The Palm House, construida entre 1841 y 1849 y diseñada por el arquitecto D. Burton y el fundidor R. Turner. En la actualidad, además de sus primorosos jardines e invernaderos, desarrollan diversos proyectos como el de Banco de Semillas o la  Francis Rose Reserve (primera reserva de naturaleza dedicada a musgos, hepáticas, líquenes y helechos en Europa). Os dejo el enlace para que disfrutéis:

miércoles, 11 de enero de 2017

enero


Espero que no seamos las únicas en el mundo, pero mi huerta y yo lo hemos conseguido. Hemos sobrevivido a las navidades, heladas, fiestas, nieblas, refiestas y cambios bruscos de temperatura de la mañana a la noche, refriados y resoles varios. Yo algo más perjudicada (mi talón de Aquiles[1] son garganta y bronquios), pero mis plantas siguen a su ritmo, e incluso, algunos días lo han hecho sin recibir la alentadora visita diaria de su querida hortelana, y lo que es peor sin oir ni una nota de Bach[2]. Estoy criando especies duras y preparadas para lo peor no hay duda.
semillero de espinacas en cubilete de fibra
 

Iniciar desde semilla se hace más lento pero no deja de ser gratificante desde que aparece el primer y tierno brotecito. Luego el tiempo se detiene, los días se suceden unos tras otro, y…, eso parece que no crece nada. Pero no es así, lo hace y además va extendiendo sus raicillas, y de repente, un día observas que ya ha sobrepasado el terroncillo de tierra, y crees que a partir de ahora todo va rápido y veloz, y entonces ¡zas!. Todo se vuelve a ralentizar y vuelves a esperar la pequeña señal de crecimiento. Avanzas en círculos tan pequeños que parece que no lo haces, suena una melodía, que dirías que es la misma pero que se va enriqueciendo cada vez hasta llegar a un final con toda la orquesta[3]. Nos queda mucho para ver el resultado final, así que carguémonos de paciencia y mientras lo observamos, pensemos en los jardines japoneses y meditemos[4].




[1] Aquiles, hijo del mortal Peleo y de la diosa Tetis, según la leyenda, fue sumergido en laguna Estigia para conseguir la inmortalidad mientras su madre lo sujetaba del talón; cuenta la leyenda que yo era demasiado rebelde para permitir tal cosa y cuello y cabeza me quedaron fuera del agua.
[2] En parte por mi ausencia y en parte porque me han regalado la integral de Handel, aunque siempre hay un ratito en mi vida para Bach.
[3] Supongo que el ejemplo más claro que todos recordamos es la del Bolero de M. Ravel (1875-1937), estrenada en Paris en 1928, aunque por desgracia perdura la imagen de la malísima actriz Bo Derek en esa horrible película Bolero de 1984 dirigida por John Derek.
[4] Supongo que debería recomendar algo de música japonesa pero no conozco mucho y además no me llega, así que lo de siempre, pónganse cualquier cosita del Sr. Bach y a relajarse.